Cuánto nos cuesta Ver. Vivimos inmersos
en el mundo de la ilusión; no nos escapamos de ella, aunque de cuando en
cuando seamos conscientes de que es solo ilusión. Podemos cuando
estamos serenos y lo suficientemente preparados centrarnos en percibir
la realidad, pero basta el simple vuelo de una mosca para volver a
sumergirnos plenamente en el olvido. En mi caso, llevo bastante mejor la
teoría que la práctica, lo que supongo les ocurre a muchos.
Leyendo el libro Anatomía del
espíritu, de Caroline Myss, he hecho un viaje en retrospectiva a todas
las dolencias físicas que recuerdo. He superado muchas, otras las llevo
más o menos bien, y otras van reapareciendo. Hasta aquí lo normal en
toda persona; una serie de enfermedades que padecemos prácticamente
todos. Esta es la versión de la ilusión. La realidad es… ¿Qué provocó
realmente que un día un virus me enfermara, mientras que en otros
momentos no pudo prosperar? ¿Qué provocó una serie de pequeños o grandes
accidentes? ¿Qué provocó una serie de enfermedades más o menos
graves?¿Qué provocó el mismo tipo de vivencias con el mismo resultado?
La respuesta siempre es la misma:
mi energía vital estaba baja y su bajón proviene de mis sentimientos.
Cuesta reconocer que aún en la infancia tenía mis dilemas, mis alegrías,
mis miedos, y que todos ellos condicionaron mi nivel energético. Superé
muchas de las enfermedades, pero ¿superé lo que me las provocó? ¿He
logrado ser valiente, o solo un poco más valiente?¿He logrado ser
generosa, o solo un poco más generosa?¿He logrado amarme, o solo amarme
un poquito más? Pues esas y no otras son las verdaderas causas de mis
enfermedades y vivencias. La respuesta a estas preguntas y otras
parecidas duele, pero siempre es la misma.
Una vez esto comprendido, he de
enfrentarme a mí misma; he de poder ver el hilo conductor de todas mis
tribulaciones y alegrías; reconocer que cuando he aparcado, rodeado,
huido de una lección vital, lo he hecho solo a nivel consciente. La vida
una y otra vez me enfrenta a la misma decisión: ¿Te amas, te respetas,
te sientes orgullosa de tu conducta, eres cobarde, eres generosa, eres
leal contigo misma, has aprendido de veras a amar? Ahora ya se que no
tengo escapatoria; mientras no enfrente y supere la lección volveré a
repetirla. Solo puedo decir…que estoy en ello.
Se que cada paso que doy en el
mundo de la ilusión o consciente es justo el que me lleva a la
experiencia, a la lección para lograr entender, asimilar y superarme a
mi misma, aunque sea de manera completamente inconsciente. Muchas veces
me he visto experimentando actitudes de otros que creo sinceramente
injustas, solo para recordar que estas actitudes ya las vi, pero sin
que me afectaran directamente. Eran otras personas las que las padecían,
muchas veces de manos de las mismas personas que ahora me dañan; y yo
callé, giré la cabeza, me acobardé. No tuve el valor en su momento,
aunque ya haya detectado como incorrecta tal actitud. Ya se sabe el
dicho: “quien calla otorga”, y ahora la vida me enfrenta a la misma
situación, solo que más dolorosa, para darme “una nueva oportunidad” de
aprender, de tener el suficiente valor.
¿Cuántas experiencias, cuántas
oportunidades se necesitan para vencernos a nosotros mismos?
Conscientemente lo ignoramos; un día damos el paso y nos damos cuenta de
que no fue tan terrible; que de hecho fue mucho peor el sufrimiento
mientras no lo dimos. Y ahora que ya hemos dejado atrás este reto nos
sentimos mucho más fuertes, seguros, libres. Cuidado con pensar que ya
no volveremos a enfrentarnos a este reto; la vida nos lo pondrá delante
una y otra vez: Si de veras hemos comprendido ni nos daremos cuenta,
pues nuestra elección será desde lo asimilado. Si no lo hemos resuelto
bien, volveremos a tropezar, porque la lección no estuvo bien aprendida.
Cuando hemos aprendido a sumar ni
nos damos cuenta de las veces que sumamos a lo largo del día. Mientras
no lo dominamos, mientras no tenemos integrada la suma, el resultado o
es erróneo, o nos hace dudar de que lo sea. El pasado siempre vuelve,
quizás con diferentes caras, pero vuelve a ponernos delante el mismo
reto. Me estoy grabando conscientemente en la mente “Todo está bien”
viva lo que viva; he de enfrentarlo como una lección necesaria para mi
aprendizaje. Da igual que me toque la lotería o que sufra un gran dolor
anímico o físico. No es el qué vivo sino el por qué lo vivo, lo que hará
que comprenda.
La experiencia me dice que una
vez superada la lección, voy a por otra. He superado enfermedades, ¡algo
he aprendido! Ahora no puedo (por mi propio bien) dormirme en los
laureles de lo conseguido. Tengo retos delante. ¡Ánimo! Son por mi bien.
Mi nivel de energía es un buen barómetro: alto= voy bien; bajo= camino
equivocado). Aunque se me atragante algunas veces, sé que he de
agradecer siempre a quienes me dañan, tanto o más que a quienes me
miman en las experiencias vividas.
Fuente: www.antahkarana-reiki.blogspot.com
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