MARIO BENEDETTI,
prolífico autor que supo encontrar la esencia poética a la vida
burocrática, a la tediosa y gris realidad de la vida oficinista, como
demuestra en su libro Poemas de la oficina, uno de los
poemarios que lo lanzó al éxito, quizás porque con el se demuestra que
supo romper con el lirismo vacío que la tradición del momento imponía y
llevó el lenguaje sencillo, las preocupaciones y la problemática
cotidiana a la poesía. Aquí os dejo uno de mis favoritos, uno de esos en
el muchos de nosotros nos podemos ver reflejados ...
ANGELUS
Quien me iba a decir que el destino era esto
Ver la lluvia a través de letras invertidas
un paredón con manchas que parecen prohombres
el techo de los ómnibus brillantes como peces
y esa melancolía que impregna las bocinas.
Aquí no hay cielo,
aquí no hay horizonte.
Hay una mesa grande para todos los brazos
y una silla que gira cuando quiero escaparme.
Otro día se acaba y el destino era esto.
Es raro que uno tenga tiempo de verse triste:
siempre suena una orden, un teléfono, un timbre,
y, claro, está prohibido llorar sobre los libros
porque no queda bien que la tinta se corra
Hola Fati:
ResponderEliminarGran poema el que has puesto. Refleja muy bien la pesadumbre que sentimos al estar en lugares indeseados y, seguramente, haciendo cosas que no nos gustan.
Bicos
EN VERDAD NO DEBEMOS LLORAR SOBRE LO QUE ESCRIBIMOS SE PUEDE CORRER LA TINTA.
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